El Margen de la Ley :: El Blog de Audens
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Esto me suena…

Me paso la vida escribiendo, es un hecho. Escribo para redactar informes, contestar mails o relacionarme con la administración (¡ese mundo!), continúo escribiendo para contestar demandas (o para interponerlas), escribo y escribo para el doctorado, y de vez en cuando escribo un poco más para un post en el blog. Ah, y escribo tuits, y reseñas, y comentarios…

Lo dicho, escribo y escribo. Y como yo, casi todos los demás. En nuestro día a día creamos cantidades ingentes de contenido en formato texto. A veces no pasan de meras formalidades, otras veces son verdaderas obras originales que nos preocupamos de proteger, y luego están esos otros escritos, llamémoslos “intermedios” que, nos han llevado horas de trabajo e ingenio pero no registramos, como textos legales que escribimos para clientes, artículos del post de “día a día”…

Pues bien, sobre todos estos tipos de texto puede darse el milagroso desdén del ctr+c – ctrl+v, también conocido como «burda copia», o incluso como «plagio».

Pongamos un ejemplo, muy real y muy cercano. Un abogado cualquiera (no tiene porqué llamarse Eneko Delgado, pero podría ser) que, en un ejercicio de vagancia, pega en un buscador parte de las condiciones legales que escribió para un cliente, ya que no recuerda exactamente la dirección web del mismo y deduce que, ante una búsqueda de casi tres párrafos entrecomillada, el resultado directo será el site de su cliente en la página de “aviso legal”. No en vano,  ¿qué otro resultado podría ser tan idéntico?

¡Ups! ¡Pues no! Resulta que aparecen, además, otras tres web con idéntico texto. “Tiene que ser casualidad”.

Un frustrante rato de búsquedas después la evidencia es que no, que no es casualidad.

Al igual que no todos los diagnósticos médicos valen para todas las enfermedades, ni todas las brocas de taladro para todas las paredes (aunque al final todo sean personas, y todo sean paredes) obviamente tampoco un texto legal escrito y preparado específicamente para una web vale para otra sin modificación alguna.

Podemos llegar a varios absurdos (true story), así que permitanme unos ejemplos sobre el arte de copiar pegar y sus problemáticas varias, como los que os resumo:

  • Incluir “condiciones de compra” en el aviso legal de un blog que no tiene tienda online.
  • Remitirse al fuero de Madrid, siendo una página de hoteles del país vecino (no digo de cual de los tres, pero era abochornante).
  • Ser tan avispado de no cambiar siquiera el dominio de la dirección de ejercicio de derechos ARCO, y plantar con toda elegancia un “…en la dirección infolegal@cocamola.es” (este ejemplo no es real, pero era igual de sonrojante).

En fin… riesgos aparte, y extrapolando del ejemplo de estas condiciones legales, a todo autor le preocupa el tema del plagio en Internet. Textos que han costado esfuerzo y sacrificio, con un interés diferenciador, de posicionamiento y de servicio para nuestra web, que son copiados más o menos literalmente por terceros.

El control y la defensa de nuestro trabajo no es únicamente cuestión de honor o autoprotección. Es también un ejercicio de coherencia y fidelidad a nuestros clientes, que han pagado por un trabajo serio y riguroso que otros no deben utilizar de forma gratuita sin consentimiento. Dar valor a nuestro trabajo y a su inversión y, en definitiva, mantener la seguridad jurídica de unos y otros.

Sin querer entrar ahora en disquisiciones sobre “modificaciones sustanciales” que llevan a diferenciar el “plagio” de la “inspiración”, creemos conveniente comentar un par de modos útiles para proteger y controlar el uso de nuestros textos:

  • Control y seguimiento: un control rutinario de nuestros trabajos más “copiables”, esto es, de aquellos que por su utilidad práctica o su interés puedan ser más proclives a ser fusilados directamente por los amigos de trabajar poco, puede ser de extrema utilidad para detectar y prevenir estas acciones. Así mediante sistemas tan sencillos como la búsqueda en Google, o un poco más avanzados mediante herramientas como Plagium, podemos controlar el uso indebido de nuestro trabajo y reaccionar en tiempo y forma.
  • Protección registral, que tradicionalmente se hace a través del Registro de Propiedad Intelectual: un procedimiento sencillo y de escaso coste económico, pero cargado con un rigor, inelasticidad y lentitud que puede no ser muy conveniente. Aunque aporte una innegable seguridad jurídica.
  • Protecciones alternativas, como la que ofrecen servicios como SafeCreative, que permiten una aproximación mucho más flexible y adaptada a Internet.

Para ulteriores actuaciones, y si la vergüenza de saberse cazado en la copia y notificado no fuera suficiente para la cesación por parte del «copión», puede recurrirse a evidencias electrónicas que nos permitan asegurar la autoría y fecha de creación de nuestros textos en una hipotética demanda o reclamación.

O podemos levantar acta notarial con una sonrisa si vemos que la inutilidad del copión es tal que ha firmado «nuestra» obra en «su» web, cambiando simplemente el nombre del autor… pero no los apellidos.

A veces este trabajo nuestro es divertidísimo. Compañeros, a seguir escribiendo, y mucho, que es una experiencia apasionante.

¿Te ha resultado interesante?
La protección de la Propiedad Intelectual es una de nuestras especialidades.

1 comentario

  1. Pingback: ¡Me plagiaron! ¿Y ahora qué hago? | AERCO - PSM

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