Cuatro pabellones enteros de IFEMA llenaba SIMO la primera vez que asistí. Era ciertamente el acontecimiento tecnológico del año, y los grandes telediarios nacionales no dejaban pasar la oportunidad de sacar noticias sobre el evento durante sus varios días de duración. Era emocionante: pymes, grandes empresas y enormes multinacionales, compartían espacio distribuidas en stands de un tamaño, decoración y derroche de marketing a cada cual más espectacular.
Ayer estuvimos en SIMO Network 2010. A pesar de haber leído por la mañana un poco halagüeño artículo de Javier López Tazón en Expansión, no nos desanimamos y acudimos impulsados por no romper la tradición de los últimos años, por el networking, y por visitar el stand de un cliente que tuvo la atención de invitarnos.
Quizás lo que más nos llamó la atención fue la escasez de metros cuadrados y la ausencia de las tradicionales novedades y presentaciones de las grandes firmas. Invadidos por la nostalgia y por la sombra de una crisis que acecha al sector e invita a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, nos fuimos con un regusto más bien amargo, a pesar de los contactos y amistades allí encontrados (conste que pronto olvidamos ese mal sabor, pues en el SICI, en el pabellón de al lado, pudimos degustar unos deliciosos brownies cortesía de uno de los expositores).
El hecho de que, en realidad, lo más interesante de este SIMO fueran algunas de las ponencias y conferencias que allí se desarrollaron, y que el contenido de los stands y los productos de las empresas participantes pasasen desapercibidos, da buena muestra de la decadencia de un evento otrora puntero. Veremos qué pasa en FICOD 2010, donde también estaremos.